domingo, 30 de noviembre de 2008

Cuento sobre el infierno.

17 Octubre de 2017

La verdad que sí, fué un fastidio, todo el fin de semana lo había pasado yo estudiando para los tres exámenes del lunes ¡Que bien estudiados que los tenía! bueno, pues resulta que el lunes por la mañana recojo mis cosas, salgo de mi casa y, cuando me dispongo a cruzar el paso de zebra ¡BOOM! el inteligente que venía conduciendo a 135 km por hora (esto lo sé porque cuando llegué aquí en recepción me dieron todos los detalles), pues este payaso después de haberse saltado el semáforo me atropeyó, o, más bien, me sacudió de tal manera que salí disparada por los aires, luego vino el gran golpe en la cabeza, y, en apenas unos segundos ya estaba aquí, en el infierno. Pues nada, que ayer tuve una reunión con el "GRAN JEFE". Me citó porque hace ya tiempo, expuse una reclamación sobre por qué estaba yo en el infierno si yo no había hecho nada malo (tampoco me ha dado mucho tiempo puesto que sólo tengo quince años)y al final, resulta que el dichoso purgatorio ¡No existe! los creyentes, viven en el cielo, y los no creyentes como yo vivimos en el infierno. Yo concretamente vivo en el infierno A, os explico, aquí está la gente que no ha hecho nada demasiado malo como para ser castigado eternamente y, en el infierno B están los "malos" que son castigados realizando las tareas domésticas de la mansión y sirviendo a los que en ella vivimos(lo más gracioso es que me entero ahora de todo esto). ahora, al parecer, nos quieren separar en dos grupos a los de el infierno A porque somos demasiados (de esto también me quejé en la reunión) y, es que yo ya he hecho vida social aquí y no quiero separarme de mis nuevos amigos. La verdad, siempre he tenido mucha facilidad para cononcer gente puesto que soy bastante extrovertida, y, en sólo tres meses que llevo aquí ya he conseguido ser vicepresidenta del consejo infernal (¡Que ilusión!), y me da tiempo además a escribir este diario que guardare como recuerdo para cuando sea mayor

sábado, 15 de noviembre de 2008

Cuento de los saltos en el tiempo

El soldadito de plomo.
Después de contar su historia el soldadito cojo fué más respetado por los otros juguetes y, finalmente, se casó con la guapísima bailarina.

Un día que Adam jugaba con sus soldaditos en la ventana sopló, de repente, una fuerte ráfaga de viento que se llevó al soldadito cojo volando por los aires. Adam, muy preocupado, bajo a la calle a buscarlo pero antes, lo encontraron unos niños que lo montaron en un barco de papel y lo pusieron a navegar por un arroyuelo.

Cuando Adam lo había comprado, unos días antes junto con sus compañeros, se puso muy triste al ver que este solo tenía una pierna, aún que se mantenía en pie igual de firme que los demás. Entre sus juguetes, estaba una guapísima bailarina de la que el soldadito cojo se enamoró.

Después de sortear unas cuantas dificultades, el barquito de papel sobre el que navegaba se rompió y, cuando el soldadito comenzaba a hundirse llegó un pez que se lo comió y que, casualmente, fué a parar a casa de Adam donde la cocinera lo recononció y lo devolvió.

Después de contar su historia el soldadito cojo fué más respetado por los otros juguetes y, finalmente, se casó con la guapísima bailarina.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Resumen.
El porquerizo.
Soy un príncipe con un pequeño reino y en edad de casar. Había elegido como esposa a la bellísima hija del emperador. Para esto fuí a palacio y pedí audiencia con la princesa, no sin antes enviarle dos regalos: el primero de ellos, una rosa, era la más bonita de mi reino y solo crecía cada cinco años. En segundo lugar, un ruiseñor que cantaba de modo tan maravilloso que deleitaba a todo el que le oía. A la princesa no le gustaron los regalos pensando sólo en su valor material, y los despreció regalándoselos a sus doncellas. Por esto, decidí darle una lección. Me vestí con ropas sucias y viejas, me pinté la cara de negro y me fuí al palacio en busca de trabajo. Una vez allí me ofrecieron el de porquerizo, que no me venía nada mal para mi plan. Por el día cuidaba a los cerdos, y por la noche me entretenía en mi choza fabricando una olla que cuando hervía, las campanillas que tenía esta alrededor tocaban la canción favorita de la princesa, y además, al poner un dedo sobre el vapor que salía de ella se podía saber la comida que se cocinaba en cada casa de la ciudad. Un atardecer en que la princesa paseaba por su jardín, oyó la música de la olla maravillosa y mandó a una de sus doncellas a que me preguntaran por cuanto daba mi olla, a lo que yo respondí, que solo y exclusivamente la daría por diez besos de la princesa. A esta no le agradó la idea y por ello se marchó enfurecida cuando hice sonar la olla nuevamente y ella, sin poder remediarlo accedió a mi petición. Unos días después, construí una olla que al hacerla girar, tocaba todos los valses y polcas conocidos. No tardó mucho la princesa en mandar a una de sus damas a preguntarme cuanto quería por la olla a lo que yo respondí que cien besos de la princesa. Como la vez anterior la princesa accedió a darme los cien besos para cumplir su capricho. Las doncellas nos rodearon y abrieron sus vestidos para que no se viera nada mientras contaban los besos. Justo en ese momento el emperador pasaba por allí y,cuando vió la escena, se puso a gritar fuera de sí indignado y nos echó a ambos del palacio. Una vez fuera, me vestí con mis ropas de príncipe, me limpié la cara y le dije: princesa, rechazaste al príncipe, y accediste a besar al porquerizo sólo por un capricho así que no mereces mi amor. Y la orgullosa princesa se quedó sola para siempre.
Ejercicio 1.
Carta de amor.

Querida Carlota:
Como tú bien sabes, yo siempre he presumido de ser un hombre muy valiente y cualquiera lo podría corroborar, pero todavía no he tenido el valor suficiente como para decirte lo que siento por ti. Hoy me han dado una terrible noticia, tengo cáncer de pulmón y se prevé qu esolo me queden unos meses de vida. A mis ochenta y siete años, no me importaría demasiado morir si tu estuvieras a mi lado. No te lo voy a pedir por amor, porque sé qu eno tengo derecho, pero si te lo voy a pedir por la amistad tan grande que nos una desde que solo éramos unos niños que se pasaban todos los días juntos, porque, desde el primer momento en que te vi, desde la primera vez que te miré a los ojos, desde entonces, estoy enamorado de ti. No me pidas que te explique como aguante tanto tiempo con ese sentimiento dentro de mí, bueno, el caso es que lo hice, y me arrepiento de ello; npero comprende que tenía mucho miedo a que me rechazaras y no podía arriesgarme a perder tu amistad, porque, para mí, siempre ha sido lo más valioso del mundo. Con esta carta solo te pido que, por favor, vengas a visitarme cuando puedas, aún que solo sea una vez, la última vez.
Con cariño, te quiere:
Marcos.