sábado, 15 de noviembre de 2008

Cuento de los saltos en el tiempo

El soldadito de plomo.
Después de contar su historia el soldadito cojo fué más respetado por los otros juguetes y, finalmente, se casó con la guapísima bailarina.

Un día que Adam jugaba con sus soldaditos en la ventana sopló, de repente, una fuerte ráfaga de viento que se llevó al soldadito cojo volando por los aires. Adam, muy preocupado, bajo a la calle a buscarlo pero antes, lo encontraron unos niños que lo montaron en un barco de papel y lo pusieron a navegar por un arroyuelo.

Cuando Adam lo había comprado, unos días antes junto con sus compañeros, se puso muy triste al ver que este solo tenía una pierna, aún que se mantenía en pie igual de firme que los demás. Entre sus juguetes, estaba una guapísima bailarina de la que el soldadito cojo se enamoró.

Después de sortear unas cuantas dificultades, el barquito de papel sobre el que navegaba se rompió y, cuando el soldadito comenzaba a hundirse llegó un pez que se lo comió y que, casualmente, fué a parar a casa de Adam donde la cocinera lo recononció y lo devolvió.

Después de contar su historia el soldadito cojo fué más respetado por los otros juguetes y, finalmente, se casó con la guapísima bailarina.

1 comentario:

mago merlín dijo...

Ya veo, Minnie, que prefieres los finales felices. Aunque el final del original no es tan infeliz: soldadito y bailarina abrasados en la misma llama.
Bien, Minnie Mouse.